¡Aquí estoy!… con la Abuela Margarita.

 «A partir de los 52 años las personas se abren a la Maternidad-Paternidad Universal.
 Es una época ideal para compartir experiencias y sabiduría, dejar el victimismo y decir:
¡Aquí estoy!»
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 «Cuando la mente se une al corazón todo es posible.
Yo quiero decirle algo a todo el Mundo:
pueden usar el poder del Gran Espíritu en el momento que quieran.
Cuando entiendes quién eres, tus pensamientos se hacen realidad.
Yo, cuando necesito algo, me lo pido a mí misma. Y funciona!».
-Abuela Margarita.
Aulli2 del Clan de la Cicatriz
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Alcanza tu Sueño: Sé firme en tus actitudes y perseverante en tu Ideal… Mahatma Gandhi

Sé firme en tus actitudes y perseverante en tu ideal. Pero sé paciente, no pretendas que todo te llegue de inmediato. Haz tiempo para todo, y todo lo que es tuyo, vendrá a tus manos en el momento oportuno.

Aprende a esperar el momento exacto para recibir los beneficios que reclamas. Espera con paciencia a que maduren los frutos para poder apreciar debidamente su dulzura.

No seas esclavo del pasado y los recuerdos tristes. No revuelvas una herida que está cicatrizada. No rememores dolores y sufrimientos antiguos. ¡Lo que pasó, pasó!

De ahora en adelante procura construir una vida nueva, dirigida hacia lo alto y camina hacia delante, sin mirar hacia atrás. Haz como el sol que nace cada día, sin acordarse de la noche que pasó.  Sólo contempla la meta y no veas que tan difícil es alcanzarla. No te detengas en lo malo que has hecho; camina en lo bueno que puedes hacer. No te culpes por lo que hiciste, más bien decídete a cambiar. No trates que otros cambien; sé tú el responsable de tu propia vida y trata de cambiar tú.

Deja que el Amor te toque y no te defiendas de él.

Vive cada día, aprovecha el pasado para bien y deja que el futuro llegue a su tiempo. No sufras por lo que viene, recuerda que“cada día tiene su propio afán”.

Busca a alguien con quien compartir tus luchas hacia la libertad; una persona que te entienda, te apoye y te acompañe en ella. Si tu felicidad y tu vida dependen de otra persona, despréndete de ella y Ámala, sin pedirle nada a cambio.

Aprende a mirarte con Amor y respeto, piensa en ti como en algo precioso.

Desparrama en todas partes la alegría que hay dentro de ti. Que tu alegría sea contagiosa y viva para expulsarla tristeza de todos los que te rodean. La alegría es un rayo de luz que debe permanecer siempre encendido,iluminando todos nuestros actos y sirviendo de guía a todos los que se acercan a nosotros. Si en tu interior hay luz y dejas abiertas las ventanas de tu alma, por medio de la alegría,todos los que pasan por la calle en tinieblas,serán iluminados por tu luz.

Trabajo es sinónimo de nobleza. No desprecies el trabajo que te toca realizar en la vida. El trabajo ennoblece a aquellos que lo realizan con entusiasmo y amor. No existen trabajos humildes. Sólo se distinguen por ser bien o mal realizados. Da valor a tu trabajo, cumpliéndolo con amor y cariño y así te valorarás a ti mismo.

Dios nos ha creado para realizar un Sueño. Vivamos por él, intentemos alcanzarlo.  Pongamos la vida en ello y si nos damos cuenta que no podemos, quizás entonces necesitemos hacer un alto en el camino y experimentar un cambio radical en nuestras vidas. Así, con otro aspecto, con otras posibilidades y con la gracia de Dios, lo haremos. No te des por vencido, piensa que si Dios te ha dado la Vida, es porque sabe que tú puedes con ella.

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  El éxito en la vida no se mide por lo que has logrado, sino por los obstáculos que has tenido que enfrentar en el camino.

Tú y sólo tú escoges la manera en que vas a afectar el corazón de otros y esas decisiones son de lo que se trata la Vida.

“Que este día sea el mejor de tu Vida»

-Mahatma Gandhi- «Alcanza tu Sueño»

 

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Dónde está el Alma?

No salgas al bosque, no salgas —dijeron ellos.

—¿Por qué no? ¿Por qué no tengo que salir al bosque esta noche? —preguntó ella.

—En el bosque habita un enorme lobo que se come a las personas como tú.

No salgas al bosque, no salgas por lo que más quieras.

Pero, naturalmente, ella salió al bosque y, como era de esperar,

 se encontró con el Lobo, tal como ellos le habían advertido.

—¿Lo ves? Ya te lo decíamos —graznaron.

Eso es mi vida, no un cuento de hadas, zopencos —replicó ella—.

Tengo que ir al bosque y encontrarme con el lobo; de lo contrario, mi vida jamás podrá empezar.

Pero el lobo que ella encontró había caído en una trampa, se le había quedado la pata prendida en un cepo.

¡Socorro, auxilio! ¡Ay, ay, ay! —gritaba el lobo—. ¡Socorro, ayúdame y te daré la justa recompensa! —añadió.

Porque eso es lo que hacen los lobos en los cuentos de esta clase.

¿Y cómo sé yo que no me vas a hacer daño? —le preguntó ella, pues su misión era hacer preguntas—.

 ¿Cómo sé yo que no me matarás y me dejarás reducida a los puros huesos?

Mala pregunta —dijo el lobo—. Tendrás que confiar en mi palabra.

Y el lobo reanudó sus aullidos y lamentos.

¡Ay! ¡Ay! ¡Ay!

Sólo hay una pregunta

que merece la pena hacer, hermosa doncella,

¿Dóooonde está el Almaaaa?

Oh, lobo, voy a correr el riesgo. ¡Vamos allá!

Abrió la trampa, el lobo sacó la pata y ella se la envolvió con hierbas medicinales y plantas.

Oh, gracias, dulce doncella, mil gracias ——dijo el lobo, lanzando un suspiro.

Pero, como había leído demasiados cuentos que no debía, ella exclamó:

Bueno, ahora ya puedes matarme, anda, terminemos de una vez.

Pero no fue eso lo que ocurrió. En su lugar, el lobo alargó la pata y se la apoyó en el brazo.

Soy un lobo de otro tiempo y lugar —dijo.

Y, arrancándose una pestaña del ojo, se la entregó diciendo: Úsala y procura ser sabia.

De ahora en adelante sabrás quién es bueno y quién no lo es tanto.

Mira a través de mi ojo y lo verás todo con claridad.

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Por dejarme vivir, te ofrezco vivir como jamás en tu vida has vivido.

Recuerda que sólo hay una pregunta que merece la pena hacer, hermosa doncella,

¿dóooonde está el almaaaaaa?

 

Y así la doncella regresó a la aldea, alegrándose de estar viva.

Y esta vez cuando ellos le dijeron,

“Quédate aquí y cásate conmigo“,

“Haz lo que te digo”,

o “Di lo que yo quiero que digas,

pero que todo quede tan en secreto

como el día en que viniste”,

la doncella tomó la pestaña del lobo

miró a través de ella y vio sus motivos

tal como jamás los había visto.

Y la vez en que

el carnicero pesó la carne

ella miró a través de la pestaña del lobo

y vio que pesaba también su pulgar.

Y miró al pretendiente

que le decía “Soy el que te conviene“,

y vio que no le convenía para nada.

Y de esta manera y muchas más

se salvó

no de todas

pero sí de muchas

desgracias.

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Pero, además, con esta nueva visión, no sólo vio al astuto y al cruel

sino que el corazón se le hizo inmensamente grande,

pues miraba a las personas y las volvía a calibrar

gracias al don que le había otorgado el lobo al que ella había salvado.

Y vio a los que eran verdaderamente buenos y se acercó a ellos,

encontró a su compañero y permaneció a su lado todos los días de su vida,

percibió a los valerosos y se acercó a ellos, captó a los fieles y se unió a ellos,

vio perplejidad por debajo de la cólera y se apresuró a disiparla,

vio amor en los ojos de los tímidos y se inclinó hacia ellos,

vio sufrimiento en los callados y cortejó su risa,

vio necesidad en el hombre sin palabras y le habló,

vio fe en lo más hondo de la mujer que afirmaba no tenerla

y se la volvió a encender con la suya.

Vio todas las cosas

con la pestaña del lobo,

todas las cosas verdaderas

y todas las cosas falsas,

todas las cosas que iban contra la vida

y todas las cosas que iban a favor de la vida,

todas las cosas que sólo podían verse

a través de los ojos de aquel

que pesa el corazón con el corazón,

y no sólo con la mente.

Así descubrió que era cierto lo que dicen, que el lobo es la más sabia de las criaturas.

Si prestas atención, el lobo cuando aúlla hace siempre la pregunta más importante,

no dónde está el alimento más próximo, la pelea más próxima o la danza más próxima,

sino la pregunta más importante para ver dentro y detrás,

para sopesar el valor de todo lo que vive,

¿dóooonde estáaaa el almaaaa?

¿Dónde está el alma?

¿Dónde está el alma?

Sal al bosque,

sal enseguida. Si no sales al bosque,

jamás ocurrirá nada y tu vida no empezará jamás.

Sal al bosque,

sal enseguida.

Sal al bosque,

sal enseguida.

«La pestaña del lobo»

 Mujeres que corren con los lobos. Clarissa Pínkola

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El ascenso a la montaña. La Fuerza Creativa de la Cólera

¡Arigato zaishö!

Cualquier emoción, incluso la cólera, lleva aparejados el conocimiento y la perspicacia, algo que algunos llaman esclarecimiento. Nuestra furia puede convertirse durante algún tiempo en una maestra, es decir, en algo de lo que no nos convenga prescindir precipitadamente, algo por lo que merezca la pena ascender a la montaña y que, a través de distintas imágenes, se convierta en un símbolo del que podamos aprender y con el que podamos tratar interiormente para luego transformarlo en algo útil en el mundo o, en su defecto, abandonarlo y dejar que se disipe. En una vida cohesiva la cólera no es un elemento de reserva. Es una sustancia que está esperando nuestros esfuerzos de transformación. El ciclo de la cólera es como cualquier otro ciclo; la cólera sube, cae, muere y es liberada como nueva energía. El hecho de prestar atención a la cólera da lugar al proceso de transformación. Si una persona permite que su propia cólera se convierta en su maestra y se transforme, por este medio la cólera se dispersa. Entonces puede utilizarse la energía en otras áreas, especialmente en el área de la creatividad. Aunque algunas personas afirman poder crear a partir de su cólera crónica, el problema es que la cólera limita el acceso al inconciente colectivo, de tal forma que una persona que crea a partir de la cólera tiende a crear lo mismo una y otra vez y no consigue ofrecer ninguna novedad. La cólera no transformada puede convertirse en un mantra constante en torno al tema de nuestra opresión, nuestro sufrimiento y nuestra tortura…

Boy-On-Mt--Fuji--by-Katsushika-Hokusai--

 En lugar de intentar “portarnos bien” y no sentir cólera o, en lugar de utilizarla para quemar todas las cosas vivas a cien kilómetros a la redonda, es mejor pedirle primero a la cólera que se siente con nosotras a tomar un té y charlar un rato para que, de esta manera, podamos descubrir cuál fue su origen. Al principio, la cólera se comporta como el encolerizado esposo del cuento. No quiere hablar, no quiere comer, sólo quiere permanecer sentada con la mirada perdida en la distancia o insultar o que la dejen en paz. Es en este momento crítico cuando tenemos que acudir a la curandera, nuestro yo lo, nuestros mejores recursos más sabios para poder ver qué hay más allá de la irritación y la exasperación del ego. La curandera es siempre la “que ve a lo lejos”. Es la que nos puede decir qué beneficio obtendremos de la exploración de esta oleada emotiva.

Las curanderas de los cuentos de hadas suelen simbolizar una parte serena e imperturbable de la psique. Aunque por fuera el mundo se caiga en pedazos, la curandera interior se mantiene inalterada y conserva la calma necesaria para poder establecer la mejor manera de seguir adelante. Todas las mujeres tienen en su psique a esta “mediadora”. Forma parte de la psique salvaje y natural y tiene carácter innato, Si hemos perdido la pista de su paradero, la podemos recuperar examinando con calma la causa que provoca nuestra furia, proyectándonos hacía el futuro y, desde esa posición estratégica, estableciendo qué nos haría sentirnos orgullosas de nuestra conducta pasada para actuar de la misma manera.

 La indignación o irritación que naturalmente sentimos a propósito de los distintos aspectos de la vida y de la cultura se exacerba cuando se producen repetidos incidentes de falta de respeto, malos tratos, abandono o acusada ambigüedad en la infancia. La persona que ha sufrido tales lesiones está sensibilizada ante las nuevas lesiones y echa mano de todas sus defensas para evitarlas. Las graves pérdidas de poder que nos llevan a dudar de nuestro valor como seres dignos de atención, respeto y solicitud por parte de los demás dan lugar a una dolorosa y enfurecida decisión infantil de no permitir en la edad adulta que nos vuelvan la lastimar de la misma manera.

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 Por otra parte, si una mujer ha sido educada de tal forma que tenga menos expectativas positivas que otras mujeres de la familia y ha sufrido severas restricciones en su libertad, conducta, lenguaje, etc… lo más probable es que su cólera normal se desborde ante ciertas cuestiones o ciertos tonos de voz, gestos, palabras y otros desencadenantes sensoriales que le recuerden los acontecimientos originarios. A veces pueden deducirse las heridas infantiles sufridas por los adultos examinando cuidadosamente por qué asuntos o cuestiones éstos pierden irracionalmente los estribos.

 Tenemos que utilizar la cólera como fuerza creativa: Tenemos que utilizarla para cambiar, desarrollar y proteger. Por consiguiente, tanto si una mujer está abordando la exasperación del momento con un arrebato como si lo hace con alguna forma de prolongada y dolorosa quemadura, la perspectiva de la curandera es la misma: cuando hay serenidad, puede haber aprendizaje y soluciones creativas; en cambio, si hay un violento incendio por dentro o por fuera, éste lo quema todo y no deja más que cenizas. Tenemos que poder contemplar nuestras acciones pasadas con honor. Tenemos que buscar la utilidad de nuestro enojo.

 Aunque es cierto que a veces necesitamos desahogar nuestra furia antes de poder pasar a una serenidad aleccionadora, debemos hacerlo con cierto comedimiento. De lo contrario, sería algo así como arrojar una cerilla encendida a un charco de gasolina. La curandera dice que sí, que la cólera se puede cambiar, pero hace falta algo perteneciente a otro mundo, algo perteneciente al mundo instintivo, el mundo en el que los animales todavía hablan y el espíritu vive, algo perteneciente a la imaginación humana.

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 En el budismo se practica una acción de búsqueda llamada nyübu, que significa ir a las montañas para comprendernos a nosotros mismos y restablecer nuestra conexión con lo Grande. Es un ritual muy antiguo relacionado con los ciclos de preparación de la tierra, la siembra y la cosecha. Aunque podría ser beneficioso subir a unas montañas de verdad, también hay montañas en el mundo subterráneo, en el propio inconciente, y, afortunadamente todos llevamos en el mismo interior de la psique la entrada que conduce al mundo subterráneo y nos permite subir a las montañas y buscar diligentemente nuestra renovación.

 En los mitos la montaña se entiende a veces como un símbolo de los niveles de conocimiento que hay que alcanzar antes de poder ascender al nivel siguiente. La parte inferior de las montañas, las estribaciones, representan a menudo el ansia de conciencia. Todo lo que acontece en las estribaciones se entiende como una maduración de la conciencia. La parte mediana de la montaña se suele considerar la más empinada del proceso, la que pone a prueba los conocimientos adquiridos en los niveles inferiores. Las zonas más altas de la montaña representan una intensificación del aprendizaje; allí el aire es más tenue y hace falta mucha resistencia y determinación para seguir cumpliendo la tarea. La cima de la montaña simboliza el enfrentamiento con la sabiduría definitiva semejante a la del mito en el que la anciana, o el viejo oso en el caso de este cuento, habita en la cumbre del monte

 Es bueno subir a la montaña cuando no sabemos qué otra cosa podemos hacer. La vida se consolida y el alma se desarrolla cuando nos sentimos impulsados a emprender búsquedas acerca de las cuales apenas sabemos nada. Subiendo a la montaña desconocida, adquirimos un auténtico conocimiento de la psique instintiva y de los actos creativos de los que ésta es capaz, y ése es nuestro objetivo. El aprendizaje es distinto en cada persona. Pero el punto de vista instintivo que emana del inconciente salvaje, cuyo carácter es cíclico, empieza a ser el único que comprende el significado y da sentido a la vida, a nuestra vida. Y nos indica infaliblemente lo que tenemos que hacer a continuación. ¿Dónde podemos encontrar este proceso que nos hará libres? En la montaña.

 En la montaña encontramos las claves adicionales acerca de la manera de transformar el sufrimiento, el negativismo y los aspectos rencorosos de la cólera, todos ellos habitualmente percibidos y a menudo inicialmente justificados. Una de ellas es la frase «Arigato zaishö», que la mujer entona en agradecimiento a los árboles y a las montañas por haberle permitido el paso. Traducida en sentido figurado, la frase quiere decir “Gracias, Ilusión”. En japonés zaishö significa la capacidad de ver claramente las cosas que se interponen y nos impiden alcanzar una comprensión más profunda de nuestra propia persona y del mundo…

Mujeres que corren con lobos. Clarissa Pínkola Estés.

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Las brujas, todas juntas, pueden cambiar el Mundo.

 Seguramente la mayoría de las mujeres cuando somos jóvenes no soñamos con llegar a ser Ancianas.
Quizá pensaste que te casarías, viviríais felices, y comeríais perdices, tendrías los hijos ideales, y…
puedes seguir tú.
Ahora es  el momento de pensar en ello y conseguir que la acción de llegar a ser anciana y convertirse en bruja sea un supremo logro interior característico de la tercera fase de la vida….
 La palabra «anciana» aún posee un matiz malicioso si sugerimos que una mujer puede aspirar a convertirse en una de ellas.
 Llegar a ser anciana es un potencial, más parecido a un talento inherente, que precisa ser reconocido y llevado a la práctica para desarrollarse.
 Esta presencia sabia de la psique madurará cuando confiemos en la existencia de una bruja en nuestro interior y comencemos a escucharla. Es entonces, en el silencio de nuestra propia mente, cuando debemos prestar atención a sus percepciones e intuiciones y actuar en este sentido.
 Las cualidades de la anciana no se adquieren de la noche a la mañana. Una persona no se convierte en una anciana hecha y derecha automáticamente después de la menopausia, así como tampoco por el mero hecho de volverse vieja una se vuelve más sabia. Sin embargo, hay unas décadas tras la menopausia en las cuales podemos crecer psicológica y espiritualmente.
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 Convertirse en anciana tiene que ver con el desarrollo interior, y no con la apariencia externa. Una anciana es una mujer que posee sabiduría, compasión, humor, valentía y vitalidad. Es consciente de ser verdaderamente ella misma, sabe expresar lo que sabe y lo que siente, y emprender una acción determinada cuando es necesario. No aparta los ojos de la realidad, ni permite que se le nuble la mente. Puede ver los defectos y las imperfecciones en ella misma y en los demás, pero la luz con la que los ve no es severa ni enjuiciadora. Ha aprendido a confiar en sí misma hasta saber lo que ya sabe…
  Las cualidades de la Bruja son los rasgos distintivos a través de los que una Anciana se distingue (como mujer o como arquetipo).
    Las brujas poseen la capacidad de alterar las cosas. Lo que digamos y hagamos podrá cambiar un modelo familiar disfuncional.
   Con nuestro consejo podemos animar y facilitar que otras personas crezcan y florezcan.
   Podemos ser una influencia curativa determinante. Incluso podemos crear un efecto ola a lo largo de las generaciones venideras o en las instituciones y comunidades.
  Con visión e intención, y dada su presencia numerosa e influyente, las brujas, (las ancianas sabias), todas juntas, pueden cambiar el Mundo.
 Jean Shinoba Bolen.- «Las brujas no se quejan»
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Anaïs Nin: El erotismo en las mujeres

La verdadera liberación del erotismo estriba en aceptar el hecho de que tiene miles de facetas, hay muchas formas eróticas, muchos objetos, situaciones, atmósferas y variaciones de él. Primero que nada tenemos que dispensar la culpa de su expansión, después abrirnos a sus sorpresas y variadas expresiones y (aquí añado mi consejo personal para su completo disfrute) fusionarlo amorosa y pasionalmente con una sola persona, mezclarlo con los sueños, las fantasías y las emociones para que llegue a su máximo potencial.

Mujeres que corren con lobos

 En el pasado tal vez haya habido rituales colectivos en los cuales el desfogue sensual haya sido la norma, pero ya no vivimos en una época así, y entre más fuerte sea la pasión por una persona, el ritual de sólo dos personas será más concentrado e intenso…
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blog indieo

El ensayo traducido aquí, titulado originalmente “Eroticism in Women”, de Anaïs Nin apareció en 1974 en la revista Playgirl y luego fue compilado en su libro InFavor of a Sentitive Man and Other Essays (1976). Para entonces, la autora vivía el pleno éxito de su obra que durante décadas fue censurada y publicada con reservas debido a su alto contenido erótico y transgresor; era la época del feminismo setentero, la liberación de la mujer y la sexualidad. El ensayo de Nin, de hecho, refleja muchos de los problemas que el feminismo de la época enfrentaba y que ahora, en algunos países, son considerados como superados, sirva de ejemplo la postura de Anaïs en cuanto al uso de los pantalones de mezclilla que las mujeres de esa generación comenzaron a usar.


«la literatura erótica escrita por hombres no satisface a las mujeres y es tiempo de que escribamos nuestra propia…

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Había una vez: Las cuatro fases del Perdón.

 Para poder sanar realmente la psique herida, tenemos que decir nuestra verdad, no sólo nuestro pesar y nuestro dolor sino también los daños, la cólera y la indignación que se provocaron, y también qué sentimientos de expiación o de venganza experimentamos. La vieja curandera de la psique comprende la naturaleza humana con todas sus debilidades y otorga el perdón siempre y cuando se le diga la pura verdad. Y no sólo concede una segunda oportunidad sino que muy a menudo concede varias oportunidades.

 Veamos ahora cuáles son los cuatro niveles del perdón. Estas fases las he desarrollado y utilizado en mi trabajo con personas traumatizadas a lo largo de los años. Cada nivel tiene varios estratos. Se pueden aplicar en el orden que uno quiera y durante todo el tiempo que desee, pero yo los he dispuesto en el orden en el que animo a mis clientes a empezar a trabajar.

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Las cuatro fases del perdón

1. Apartarse — Dejar correr

2. Tolerar — Abstenerse de castigar

3. Olvidar — Arrancar del recuerdo, no pensar

4. Perdonar — Dar por pagada la deuda

APARTARSE

 Para poder empezar a perdonar es bueno apartarse durante algún tiempo, es decir, dejar de pensar durante algún tiempo en aquella persona o acontecimiento. Eso no significa dejar algo por hacer sino más bien tomarse unas vacaciones. Eso evita que nos agotemos y nos permite fortalecernos de otra manera y disfrutar de otras felicidades en nuestra vida.

 Es una buena práctica que nos prepara para la renuncia al cobro de la deuda que más tarde acompañará al perdón, Dejar la situación, el recuerdo, el asunto tantas veces como sea necesario. No se trata de pasar algo por alto sino de adquirir agilidad y fortaleza para poder distanciarnos del asunto. Apartarse quiere decir ponerse de nuevo a tejer, a escribir, ir a aquel océano, aprender o amar algo que nos fortalezca y distanciarnos del asunto durante algún tiempo. Es una actitud acertada, buena y saludable. Las lesiones del pasado acosarán mucho menos a una mujer si ésta le asegura a la psique herida que ahora le aplicará bálsamos suavizantes y más adelante abordará toda la cuestión de la causa de aquellas lesiones.

TOLERAR

 La segunda fase es la de la tolerancia, entendida en el sentido de abstenerse de castigar; de no pensar ni hacer ni poco ni mucho. Resulta extremadamente útil practicar esta clase de refrenamiento, pues con ello se condensa la cuestión en un lugar determinado y ésta no se derrama por todas partes. De esta manera, la mujer puede concentrarse en el momento en que empezará a pasar a la siguiente fase. Eso no significa quedarse ciega o muerta y perder la vigilancia defensiva. Significa contemplar la situación con una cierta benevolencia y ver cuál es el resultado.

 Tolerar quiere decir tener paciencia, soportar, canalizar la emoción. Todas estas cosas son unas poderosas medicinas. Practícalas todo lo que puedas, pues se trata de una experiencia purificadora. No es preciso que las hagas; puedes elegir una de ellas, por ejemplo, la paciencia, y practicarla. Puedes abstenerte de hacer comentarios y murmullos de carácter punitivo, de comportarte con hostilidad o resentimiento. El hecho de abstenerse de aplicar castigos innecesarios fortalece la integridad de la acción y del alma,  Tolerar equivale a practicar la generosidad, permitiendo con ello que la gran naturaleza compasiva partícipe en cuestiones que previamente han provocado emociones que van desde una leve irritación a la cólera.

OLVIDAR

 Olvidar significa arrancar de la memoria, negarse a pensar; en otras palabras, soltar, aflojar la presa, sobre todo de la memoria. Olvidar no significa comportarse como si el cerebro hubiera muerto. El olvido conciente equivale a soltar el acontecimiento, no insistir en que éste se mantenga en primer plano sino dejar más bien que abandone el escenario y se retire a un segundo plano.

 Practicamos el olvido conciente, negándonos a evocar las cuestiones molestas, negándonos a recordar. El olvido es un esfuerzo activo, no pasivo. Significa no entretenerse con ciertas cuestiones y no darles vueltas, no irritarse con pensamientos, imágenes o emociones repetitivas. El olvido conciente significa abandonar deliberadamente las obsesiones, distanciarnos voluntariamente y perder de vista el objeto de nuestro enojo, no mirar hacia atrás y vivir en un nuevo paisaje, crear una nueva vida y unas nuevas experiencias en las que pensar, en lugar de seguir pensando en las antiguas. Esta clase de olvido no borra el recuerdo, pero entierra las emociones que lo rodeaban.

PERDONAR

 Hay muchos medios y maneras de perdonar una ofensa a una persona, una comunidad o una nación. Conviene recordar que el perdón “definitivo” no es una rendición. Es una decisión consciente de dejar de guardar rencor, lo cual significa perdonar una deuda y abandonar la determinación de tomar represalias. Tú eres la que tiene que decidir cuándo perdonar y qué ritual se deberá utilizar para celebrar el acontecimiento. Tú decides qué deuda no se tiene que seguir pagando.

 Algunas personas optan por conceder un perdón total, eximiendo al ofensor de la obligación de pagar una indemnización ahora o más adelante. Otras optan por interrumpir el proceso, desistir de cobrar la deuda en su totalidad y decir que lo hecho, hecho está y lo que se ha pagado hasta ahora es suficiente. Otra forma de perdón consiste en exonerar a una persona sin que ésta haya satisfecho ningún tipo de indemnización emocional o de otra clase.

 Para algunas personas la conclusión del perdón significa mirar al otro con indulgencia, que es lo más fácil cuando se trata de ofensas relativamente leves. Una de las más profundas formas de perdón consiste en ofrecer de la manera que sea una compasiva ayuda al que nos ha ofendido. Lo cual no significa introducir la cabeza en el cesto de la serpiente sino responder desde una actitud de clemencia, seguridad y buena disposición.

 El perdón es la culminación de todo lo precedente, toda la tolerancia y todo el olvido. No significa abandonar la propia protección sino la frialdad. Una forma muy profunda de perdón consiste en no excluir al otro, en dejar de mantener distancias, ignorar o comportarse con frialdad o mantener actitudes falsas o condescendientes. Para la psique del alma es mejor limitar estrictamente el tiempo y las respuestas mordaces a las personas cuyo trato nos resulta difícil que comportarnos como maniquíes insensibles.

 El perdón es un acto de creación. Se puede otorgar de muy variadas maneras. Se puede perdonar de momento, perdonar hasta entonces, perdonar hasta la próxima vez, perdonar pero no dar más oportunidades; el juego sería totalmente distinto si se produjera otro incidente. Se puede dar otra oportunidad, varias o muchas oportunidades o dar oportunidades con determinadas condiciones. Se puede perdonar en parte, en su totalidad o la mitad de una ofensa. Se puede otorgar un perdón general. La mujer es la que decide.

 ¿Cómo sabe la mujer si ha perdonado o no?

 En caso afirmativo, tiende a compadecerse de la circunstancia en lugar de sentir cólera, tiende a compadecerse de la persona en lugar de estar enojada con ella. Tiende a olvidar lo que tenía que decir al respecto. Comprende el sufrimiento que dio lugar a la ofensa. Prefiere permanecer al margen. No espera nada. No quiere nada. Ningún estrecho lazo alrededor de los tobillos tira de ella desde lejos para arrastrarla hacia acá. Es libre de ir a donde quiera. Puede que la cosa no termine con un “vivieron felices y comieron perdices”, pero a partir de ahora estará esperándola con toda certeza un nuevo “Había una vez”...

 Clarissa Pínkola. Mujeres que corren con lobos

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 Con estas Reflexiones del Libro de Clarissa quiero deciros, decirnos: ¡Perdón, Gracias, nos Amo!

 Comparte con generosidad, cita las fuentes ❤

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ReConociendo a la Madre Interior. En busca de la Madre Sabia y Salvaje

 La mayoría de las personas que ahora son adultas han recibido de su madre real el legado de la madre interior. Se trata de un aspecto de la psique que actúa y responde de una manera que es idéntica a la experiencia infantil de la mujer con su propia madre. Además, la madre interior está hecha no sólo de la experiencia de la madre personal sino también de la de otras figuras maternas de nuestra vida y de las imágenes culturales que se tenían de la buena madre y de la mala madre en la época de nuestra infancia.

 En casi todos los adultos, si hubo en otros tiempos alguna dificultad con la madre, pero ahora ya no la hay, existe todavía en su psique una doble de su madre que habla, actúa y responde de la misma manera que su madre real en la primera infancia. Aunque la cultura de una mujer haya evolucionado hacia un razonamiento más conciente con respecto al papel de las madres, la madre interior seguirá teniendo los mismos valores y las mismas ideas acerca del aspecto y la forma de actuar de una madre que los que imperaban en la cultura de su infancia.

 En la psicología profunda, todo este laberinto se llama “complejo de la madre”, es uno de los aspectos esenciales de la psique de una mujer y es importante reconocer su condición, fortalecer ciertos aspectos, enderezar otros, eliminar otros y empezar de nuevo en caso necesario.

 Examinando estas estructuras maternas, podremos empezar a establecer si nuestro complejo de la madre interior defiende firmemente nuestras singulares cualidades personales o si, por el contrario, necesita desde hace tiempo un ajuste.

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 CLASES DE MADRE.-

 -LA MADRE AMBIVALENTE

 En el cuento de «El patito feo» los instintos de la mamá pata la obligan a alejarse y aislarse. Se siente atacada por el hecho de tener un hijo distinto. Se siente emocionalmente dividida y, como consecuencia de ello, se derrumba y deja de preocuparse por el extraño hijo. Aunque al principio intenta mantenerse firme, la “otredad” del patito pone en peligro su seguridad dentro de la comunidad y entonces esconde la cabeza y se zambulle.

 ¿No habéis visto alguna vez a una madre obligada a tomar semejante decisión si no en su totalidad, por lo menos en parte? La madre se doblega a los deseos de la aldea en lugar de tomar partido por su hijo. En la actualidad muchas madres siguen actuando de acuerdo con los antiguos temores de las mujeres que las han precedido a lo largo de los siglos; ser excluida de la comunidad equivale a ser ignorada y mirada con recelo en el mejor de los casos y ser perseguida y destruida en el peor. Una mujer en semejante ambiente suele intentar moldear a su hija de tal manera que se comporte “como es debido” en el mundo exterior… esperando con ello salvar a su hija y salvarse a sí misma del ataque.

 De esta manera, la madre y la hija están divididas. En “El patito feo”, la mamá pata está psíquicamente dividida y ello da lugar a que se sienta atraída en distintas direcciones. En eso consiste precisamente la ambivalencia. Cualquier madre que haya sido atacada alguna vez se identificará con ella. Una atracción es su deseo de ser aceptada por su aldea. Otra es su instinto de supervivencia. La tercera es su necesidad de reaccionar ante el temor de que ella y su hija sean castigadas, perseguidas o matadas por los habitantes de la aldea. Este temor es una respuesta normal a una amenaza anormal de violencia psíquica o física. La cuarta atracción es el amor instintivo de la madre por su hija y su deseo de proteger a esta hija.

 En las culturas punitivas es frecuente que las mujeres se debatan entre el deseo de ser aceptadas por la clase dominante (su aldea) y el amor a su hijo, tanto si se trata de un hijo simbólico como si se trata de un hijo creativo o de un hijo biológico. La historia es muy antigua. Muchas mujeres han muerto psíquica y espiritualmente en su afán de proteger a un hijo no aceptado, el cual puede ser su arte, su amante, sus ideas políticas, sus hijos o su vida espiritual. En casos extremos las mujeres han sido ahorcadas, quemadas en la hoguera y asesinadas por haber desafiado los preceptos de la aldea y haber protegido al hijo no sancionado.

 La madre de un hijo que es distinto tiene que poseer la resistencia de Sísifo, el terrorífico aspecto de los cíclopes y el duro pellejo de Calibán para poder ir a contracorriente de una cultura estrecha de miras. Las condiciones culturales más destructivas en las que puede nacer y vivir una mujer son aquellas que insisten en la necesidad de obedecer sin consultar con la propia alma, las que carecen de comprensivos rituales de perdón, las que obligan a la mujer a elegir entre su alma y la sociedad, aquellas en las que las conveniencias económicas o los sistemas de castas impiden la compasión por los demás, en las que el cuerpo es considerado algo que hay que “purificar” o un santuario que se rige por decretos, en las que lo nuevo, lo insólito o lo distinto no suscita el menor placer, en las que la curiosidad y la creatividad son castigadas y denostadas en lugar de ser premiadas o en las que sólo se premian si el sujeto no es una mujer, aquellas en las que se cometen actos dolorosos contra el cuerpo, unos actos que, encima, se llaman sagrados, o aquellas en las que la mujer es castigada injustamente “por su bien”, tal como lacónicamente dice Alice Miller, y en las que el alma no se considera un ente de pleno derecho.

 Es posible que la mujer que tiene en su psique esta madre ambivalente ceda con demasiada facilidad y tema asumir una postura, exigir respeto, ejercer su derecho a hacer las cosas, aprenderlas y vivirlas a su manera.

 Tanto si estas cuestiones derivan de una estructura interior como si proceden de la cultura exterior, para que la función materna pueda resistir semejantes presiones, la mujer tiene que poseer ciertas cualidades agresivas que en muchas culturas se consideran masculinas. Por desgracia, durante varias generaciones la madre que deseaba ganar el aprecio de los demás para su propia persona y para sus hijos necesitaba las cualidades que le estaban expresamente prohibidas: vehemencia, intrepidez y fiereza.

Para que una madre pueda criar satisfactoriamente a un hijo que, en sus necesidades psíquicas y anímicas, es ligera o considerablemente distinto de lo que manda la cultura dominante, tiene que hacer acopio de ciertas cualidades heroicas. Como las heroínas de los mitos, tiene que ser capaz de encontrar y adueñarse de estas cualidades en caso de que no estén autorizadas, tiene que guardarlas y soltarlas en el momento adecuado y tiene que defender su propia persona y aquello en lo que cree. No hay prácticamente ninguna manera de prepararse para eso como no sea armándose de valor y entrando en acción. Desde tiempo inmemorial un acto considerado heroico ha sido el remedio de la entontecedora ambivalencia.

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 -LA MADRE DERRUMBADA

 Cuando una madre se derrumba psicológicamente, significa que ha perdido el sentido de sí misma. Puede ser una malvada madre narcisista que se considera con derecho a ser una niña. Pero lo más probable es que se haya visto separada del Yo salvaje y se haya derrumbado debido al temor a una amenaza real de carácter psíquico o físico.

 Cuando las personas se derrumban, suelen resbalar hacia uno de los tres estados emocionales siguientes: un lío (están confusas), un revolcadero (creen que nadie comprende debidamente su tormento) o un pozo (una repetición emocional de una antigua herida, a menudo una injusticia no reparada y por la que nadie pagó, cometida con ellas en su infancia).

 Para conseguir que una madre se derrumbe hay que provocar en ella una división emocional. Desde tiempo inmemorial, el medio más utilizado ha sido el de obligarla a elegir entre el amor a su hijo y el temor al daño que la aldea pueda causarles a ella y a su hijo si no se atiene a las reglas. En La decisión de Sophie de William Styron, la heroína Sophie, es una prisionera en un campo de exterminio nazi. Comparece ante la presencia del comandante nazi con sus dos hijos en brazos. El comandante la obliga a elegir cuál de sus hijos se salvará y cuál de ellos morirá, diciéndole que, si se niega a hacerlo, ambos niños morirán.

 Aunque semejante elección sea impensable, se trata de una opción psíquica que las madres se han visto obligadas a hacer a lo largo de los siglos. Cumple las reglas y mata a tus hijos o atente a las consecuencias. Y así sucesivamente. Cuando una madre se ve obligada a elegir entre su hijo y la cultura, nos encontramos en presencia de una cultura terriblemente cruel y desconsiderada. Una cultura que exige causar daño a una persona para defender sus propios preceptos es verdaderamente una cultura muy enferma. Esta “cultura” puede ser aquella en la que vive la mujer, pero lo más grave es que también puede ser la que ella lleva consigo en el interior de su mente.

 Hay innumerables ejemplos literales de ello en todo el mundo y algunos de los más infames se dan en el continente americano, donde ha sido tradicional obligar a las mujeres a separarse de sus seres queridos y de las cosas que aman. En los siglos XVIII, XIX y XX hubo la larga y espantosa historia de la ruptura de las familias obligadas a someterse a la esclavitud. En los últimos siglos las madres han tenido que entregar sus hijos a la patria en tiempo de guerra y, encima, alegrarse de ello. Las forzadas “repatriaciones” se siguen produciendo hoy en día (7).

 En todo el mundo y en distintas épocas se ha prohibido a las mujeres amar y dar cobijo a quien ellas quieren y en la forma que desean.

 Una de las opresiones contra la vida espiritual de las mujeres de la que menos se habla es la de millones de madres solteras en todo el mundo, incluso en Estados Unidos, que, sólo en este siglo, se han visto obligadas por la moral dominante a ocultar su condición o a esconder a sus hijos o bien a matarlos o a renunciar a ellos o a vivir mal bajo una falsa identidad como ciudadanas humilladas y privadas de todo derecho..

 Durante muchas generaciones las mujeres han aceptado el papel de seres humanos legitimizados a través de su matrimonio con un hombre. Se han mostrado de acuerdo en que una persona no es aceptable a menos que así lo decida un hombre. Sin la protección “masculina” la madre es vulnerable. Es curioso que en “El patito feo” al padre se le mencione sólo una vez cuando la madre está empollando el huevo del patito feo y se queja del comportamiento del padre de sus crías: “El Muy bribón no ha venido a visitarme ni una sola vez.” Durante Mucho tiempo en nuestra cultura —lamentablemente y por distintas razones— el padre no ha podido o no ha querido, por desgracia, estar “disponible” para nadie, ni siquiera para sí mismo. Se podría decir con razón que, para muchas niñas salvajes, el padre era un hombre derrumbado, una simple sombra que todas las noches se colgaba en el armario junto con su abrigo.

 Cuando una mujer tiene en el interior de su psique o en la cultura en la que vive la imagen de una madre derrumbada, suele dudar de su propia valía. Puede pensar que el hecho de escoger entre la satisfacción de sus exigencias externas y las exigencias de su alma es una cuestión de vida o muerte. Puede sentirse como una atormentada forastera que no pertenece a ningún lugar, lo cual es relativamente normal en un exiliado, pero lo que en modo alguno es normal es sentarse a llorar sin hacer nada al respecto. Hay que levantarse e ir en busca del lugar al que una pertenece. Para un exiliado, éste es siempre el siguiente paso y, para una mujer con una madre derrumbada en su interior, es el paso esencial. La mujer que tiene una madre derrumbada, debe negarse a convertirse en lo mismo.

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 -LA MADRE NIÑA 0 LA MADRE NO MIMADA

  Hay muchas razones por las cuales un ser humano o una madre psíquica se puede comportar de esta manera. Puede tratarse de una mujer que no ha sido mimada. Puede ser una madre frágil, muy joven o muy ingenua desde un punto de vista psíquico.

 Puede estar psíquicamente lastimada hasta el extremo de considerarse indigna de ser amada incluso por un niño. Puede haber estado tan torturada por su familia y su cultura que no se considere digna de tocar la orla del arquetipo de la “madre radiante” que acompaña a la nueva maternidad. Como se ve, no hay vuelta de hoja: a una madre se la tiene que mimar para que mime a su vez a sus hijos. A pesar de que una mujer tiene un inalienable vínculo espiritual y físico con sus hilos, en el mundo de la Mujer Salvaje instintiva, ésta no se convierte por sí sola de golpe y porrazo en una madre temporal plenamente formada.

 En tiempos antiguos, las cualidades de la naturaleza salvaje se solían transmitir a través de las manos y las palabras de las mujeres que cuidaban a las jóvenes madres. Sobre todo las madres primerizas llevan dentro, no una experta anciana sino una madre niña. Una madre niña puede tener cualquier edad, dieciocho o cuarenta y tantos años, da lo mismo. Todas las madres primerizas son madres niñas al principio. Una madre niña es lo bastante mayor como para tener hijos y sus buenos instintos siguen la dirección apropiada, pero precisa de los cuidados de una mujer de más edad o de unas mujeres que la estimulen, la animen y la apoyen en el cuidado de sus retoños.

 Durante siglos este papel ha estado reservado a las mujeres mas viejas de la tribu o la aldea. Estas “madres—diosas” humanas que posteriormente fueron relegadas por las instituciones religiosas al papel de “madrinas” constituían un sistema nutritivo esencial de hembra—a—hembra que alimentaba a las jóvenes madres en particular, enseñándoles cómo alimentar a su vez la psique y el alma de sus hijos. Cuando el papel de la madre—diosa se intelectualizó un poco más, el término “madrina” pasó a significar una persona que se encargaba de que el niño no se apartara de los preceptos de la Iglesia. Muchas cosas se perdieron en esta trasmigración.

 Las ancianas eran las depositarías de una sabiduría y un comportamiento que podían transmitir a las jóvenes madres. Las mujeres se transmiten esta sabiduría las unas a las otras con las palabras, pero también por otros medios. Una simple palabra, una mirada, un roce de la palma de la mano, un murmullo o una clase especial de afectuoso abrazo son suficientes para transmitir complicados mensajes acerca de lo que se tiene que ser y el cómo se tiene que ser.

 El yo instintivo siempre bendice y ayuda a las que vienen detrás. Es lo que ocurre entre las criaturas sanas y los seres humanos sanos. De esta manera, la madre—niña cruza el umbral del círculo de las madres maduras que la acogen con bromas, regalos y relatos.

 Este círculo de mujer—a—mujer era antaño el dominio de la Mujer Salvaje y el número de afiliadas era ilimitado; cualquiera podía pertenecer a él. Pero lo único que nos queda hoy en día de todo eso es el pequeño vestigio de la fiesta que suele preceder al nacimiento de un niño y en la que todos los chistes sobre partos, los regalos a la madre y los relatos de carácter escatológico se concentran en unas dos horas, de las cuales una mujer no podrá volver a disfrutar a lo largo de toda su vida de madre.

 En casi todos los países industrializados actuales, la joven madre Pasa por el embarazo y el parto e intenta cuidar de su hijo en solitario. Es una tragedia de enormes proporciones. Puesto que muchas mujeres son hijas de madres frágiles, madres—niñas y madres no mimadas, es muy posible que posean un estilo interno de “cuidados maternales” parecido al de sus madres.

 Es muy probable que la mujer que tiene en su psique la imagen de una madre—niña o una madre no mimada o que la tiene glorificada por la cultura y conservada en activo en la familia experimente presentimientos ingenuos, falta de experiencia y, sobre todo, un debilitamiento de la capacidad instintiva de imaginar lo que ocurrirá dentro de una hora, una semana, un mes, uno, cinco o diez años.

 La mujer que lleva dentro una madre—niña adopta el aire de una niña que se las quiere dar de madre. Las mujeres que se encuentran en esta situación suelen poner de manifiesto una actitud generalizada de “viva todo”, una variedad de hipermaternalismo en la que se esfuerzan por “hacerlo todo y serlo todo para todo el mundo”. No pueden guiar ni apoyar a sus hijos, pero, al igual que los hijos del granjero de “El patito feo” que se alegran tanto de tener aquella criatura en la casa pero no saben prodigarle los cuidados que necesita, la madre—niña acaba dejando a su hijo sucio y apaleado. Sin darse cuenta, la madre—niña tortura a sus hijos con varias modalidades de atención destructiva y, en algunos casos, por falta de la necesaria atención.

 A veces la madre frágil es a su vez un cisne que ha sido criado por unos patos. No ha conseguido descubrir su verdadera identidad lo bastante temprano como para que sus hijos se puedan beneficiar de ello. Después, cuando su hija tropieza con el gran misterio de la naturaleza salvaje de lo femenino en la adolescencia, ella también experimenta punzadas de identificación e impulsos de cisne. La búsqueda de identidad por parte de la hija puede dar lugar al comienzo de un viaje “virginal” de la madre en busca de su yo perdido. Entre madre e hija habrá por tanto en el sótano de la casa dos espíritus salvajes dándose la mano en espera de que los llamen desde arriba.

 Éstas son por consiguiente las cosas que pueden torcerse cuando la madre se ve apartada de su naturaleza instintiva. Pero no hay que suspirar demasiado fuerte ni durante demasiado tiempo, pues todo eso tiene remedio.

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 -LA MADRE FUERTE, LA HIJA FUERTE

  El remedio consiste en mimar amorosamente a la joven madre que una lleva dentro, lo cual se consigue por medio de mujeres del mundo exterior más sabias y maduras, preferentemente templadas como el acero y robustecidas por el fuego tras haber pasado por lo que han tenido que pasar. Cualquiera que sea el precio que se tenga que pagar incluso hoy en día, sus ojos ven, sus oídos oyen, sus lenguas hablan Y son amables.

 Aunque hayas tenido la madre más maravillosa del mundo es posible que, al final, llegues a tener más de una. Tal como tantas veces les he dicho a mis hijas: “Sois hijas de una madre, pero, con un poco de suerte, tendréis más de una. Y, entre ellas, encontraréis casi todo lo que necesitáis.” Sus relaciones con todas las madres serán probablemente de carácter progresivo, pues la necesidad de guía y de consejo nunca termina ni conviene que termine desde el punto de vista de la profunda vida creativa de las mujeres.

 Las relaciones entre las mujeres, tanto si son entre mujeres que comparten la misma sangre como si son entre compañeras psíquicas, entre analista y paciente, profesora y alumna o almas gemelas, son relaciones de parentesco de la máxima importancia.

  Aunque algunos de los que escriben sobre psicología en la actualidad afirmen que el abandono de la matriz materna es una hazaña que, si no se cumple, contamina para siempre a la mujer y aunque otros digan que el desprecio hacia la propia madre es algo beneficioso para la salud mental del individuo, en realidad la imagen y el concepto de la madre salvaje no se puede ni se debe abandonar jamás, pues la mujer que lo hace abandona su naturaleza profunda, la que contiene toda la sabiduría, todas las bolsas y las semillas, todas las agujas para remendar, todas las medicinas para trabajar y descansar, amar y esperar.

 Más que deshacernos de la madre, nuestra intención tiene que ser la de buscar a una madre sabia y salvaje. No estamos y no podemos estar separadas de ella. Nuestra relación con esta madre espiritual tiene que girar incesantemente, tiene que cambiar incesantemente y es una paradoja. Esta madre es la escuela en la que hemos nacido, una escuela en la que somos simultáneamente alumnas y profesoras durante toda la vida. Tanto si tenemos hijos como si no, tanto si cultivamos el jardín como si cultivamos la ciencia o el vibrante mundo de la poesía, siempre tropezaremos con la madre salvaje en nuestro camino hacia otro lugar. Y así tiene que ser.

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  Pero ¿qué decir de la mujer que ha pasado realmente por la experiencia de una madre destructiva en su infancia? Por supuesto que este período no se puede borrar, pero se puede suavizar. No se puede endulzar, pero ahora se puede reconstruir debidamente y con toda su fuerza. No es la reconstrucción de la madre interior lo que tanto asusta a muchas sino el temor de que haya muerto algo esencial, algo que jamás podrá volver a la vida, algo que no recibió alimento porque la madre psíquica estaba muerta. A estas mujeres les digo que se tranquilicen porque no están muertas ni mortalmente heridas.

 Tal como ocurre en la naturaleza, el alma y el espíritu cuentan con unos recursos sorprendentes. Como los lobos y otras criaturas, el alma y el espíritu pueden vivir con muy poco y a veces pueden pasarse mucho tiempo sin nada. Para mí, éste es el milagro más grande que puede haber. Una vez yo estaba trasplantando un seto vivo de lilas. Un gran arbusto había muerto por misteriosas razones, pero los demás estaban cubiertos de primaverales flores moradas. Cuando lo saqué de la tierra, el arbusto muerto crujía como las quebradizas cáscara, de los cacahuetes. Descubrí que su sistema de raíces estaba unido a los de las restantes lilas vivas que bordeaban toda la valla.

 Pero lo más sorprendente fue descubrir que el arbusto muerto era la “madre”. Sus raíces eran las más viejas y fuertes. Todos sus hijos mayores se encontraban de maravilla a pesar de que ella estaba patas arriba, por así decirlo. Las lilas se reproducen con el llamado sistema de chupón, por lo que cada árbol es un vástago M progenitor inicial. Con este sistema, si la madre falla, el hijo puede sobrevivir. Ésta es la pauta y la promesa psíquica para las mujeres que no han tenido cuidados maternales o han tenido muy pocos, y también para aquellas cuyas madres las han torturado. Aunque la madre caiga, aunque no tenga nada que ofrecer, la hija se desarrollará, crecerá independientemente y prosperará.

 Clarissa Pínkola Estés. «Mujeres que corren con lobos»

   El Clan de la Cicatriz

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La Mujer Salvaje enseña a las mujeres a no ser siempre «amables»

  A menudo la vida creativa experimenta una reducción de su ritmo o se detiene porque hay algo en la psique que tiene una opinión muy negativa de nosotras y nosotras estamos allí abajo arrastrándonos a sus pies en lugar de propinarle un sopapo y echar a correr en busca de la libertad. En muchos casos lo que hace falta para enderezar una situación es que nos tomemos a nosotras y tomemos nuestras ideas y nuestras aptitudes mucho más en serio de lo que hemos venido haciendo hasta el momento.

  Cuando una mujer se afana en espiar al depredador de su propia psique, reconoce su presencia y libra la necesaria batalla contra él, el depredador se retira a un lugar de la psique mucho más aislado y discreto. En cambio, si la presencia del depredador es ignorada, éste se vuelve cada vez más malévolo y celoso y mayor es su deseo de acallar a la mujer para siempre.

 A veces es necesario limitar o espaciar ciertas relaciones, pues cuando una mujer está rodeada exteriormente por personas que se muestran contrarias a su vida profunda o no sienten interés por ella, esta circunstancia alimenta al depredador interior de la psique y favorece el desarrollo de su musculatura y su capacidad de agresión contra la mujer.

 Las mujeres se muestran a menudo ambivalentes acerca de la necesidad de atacar al intruso, pues creen que se trata de una situación en la que “mal si lo hago y mal si no lo hago”. Pero, si no se aparta se convertirá en su carcelero y ella en su esclava. Las mujeres temen que el intruso las persiga y las lleve de nuevo a la sumisión.

 Por esta razón las mujeres suelen matar sus naturalezas enteramente originales, creativas, espirituales y salvajes en respuesta a las amenazas del depredador. Y es por eso por lo que las mujeres se convierten en esqueletos y cadáveres en el sótano de Barba Azul. Se enteraron de la existencia de la trampa, pero demasiado tarde. La conciencia es el medio de escapar de la trampa, de escapar de la tortura. Es el camino para huir del hombre oscuro. Y las mujeres tienen derecho a luchar con uñas y dientes para tener y conservar la conciencia.

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 Cuando la naturaleza instintiva de una mujer es fuerte, ésta identifica intuitivamente al depredador innato a través del olfato, la vista y el oído, se anticipa a su presencia, lo oye acercarse y adopta medidas para rechazarlo. El depredador se echa encima de la mujer cuyo instinto ha sido lesionado antes de que ella advierta su presencia, pues su oído, su sabiduría y su percepción están dañados, sobre todo por culpa de introyecciones que la exhortan a ser amable, a comportarse bien y, especialmente, a mostrarse ciega ante los abusos de que está siendo objeto.

  Practicar la escucha de la propia intuición, de la propia voz interior; hacer preguntas; sentir curiosidad; ver lo que se tenga que ver; oír lo que se tenga que oír; y actuar después de acuerdo con aquello que una sabe que es verdad. El alma recibe al nacer las facultades intuitivas. Es posible que éstas estén cubiertas por años y años de cenizas y excrementos, pero no es el fin del mundo, pues todo eso se puede limpia r. Frotando, rascando y practicando, la capacidad de percepción puede recuperar su estado inicial.

  Si conseguimos sacar esta capacidad de las sombras de la psique, si ya no seremos unas simples víctimas de las circunstancias internas o externas. Cualquiera que sea la manera en que la cultura, la personalidad, la psique u otro elemento exija que se vistan y se comporten las mujeres, por mucho que los demás quieran mantener a las mujeres amordazadas y vigiladas por diez adormiladas dueñas o carabinas, cualesquiera que sean las presiones con que se pretenda reprimir la vida emocional de una mujer, nada podrá impedir que la mujer sea lo que es, que eso sea el resultado del inconciente salvaje y que se trate de algo muy pero que muy bueno.

  Cuando recurrimos a la Energía Salvaje para compensar los efectos del depredador, la Mujer Salvaje se acerca salvando todas las vallas, los muros y los obstáculos que el depredador ha levantado. No es un icono que se cuelga en la pared como si fuera un retablo. Es un ser vivo que viene a nosotras en cualquier lugar y en cualquier situación. Ella y el depredador se conocen desde hace muchísimo tiempo. Ella lo persigue a través de los sueños, a través de los cuentos y los relatos y a través de la vida entera de las mujeres. Dondequiera que él esté está ella, pues es la que contrapesa sus depredaciones.

  La Mujer Salvaje enseña a las mujeres a no ser “amables” cuando tengan que proteger sus vidas emocionales. La naturaleza salvaje sabe que el hecho de actuar con “dulzura” en tales circunstancias sólo sirve para provocar la sonrisa del depredador. Cuando la vida emocional está amenazada, el hecho de trazar en serio una línea de contención es no sólo aceptable sino también preceptivo. Cuando la mujer así lo hace, su vida ya no puede sufrir intromisiones durante mucho tiempo, pues ella se da cuenta inmediatamente de lo que ocurre y puede empujar de nuevo al depredador al lugar que le corresponde.

 «Mujeres que corren con los lobos.» Clarissa Pínkola Estés. 

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La Pacífica Revolución.

Hay una pacífica revolución en marcha, un movimiento espiritual de la Mujer que es difícil de percibir a simple vista. A través de los círculos de mujeres, de mujeres con capacidad sanadora ¿podría dar la cultura un vuelco?

Para que el sistema patriarcal cambie, ha de existir un “millonésimo círculo”. Y ha de ser así porque lo que el mundo actualmente necesita es una inyección de la clase de sabiduría que las Mujeres tienen, y la forma misma del círculo es la encarnación de esta sabiduría… En el círculo no existen jerarquías y eso es igualdad, así se comporta una cultura cuando escucha y aprende de cada uno de sus integrantes.

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Compartiendo la sabiduría de la experiencia, las mujeres del círculo se apoyan mutuamente y se descubren a sí mismas a través de las palabras. Cada círculo es una regeneración de una forma arquetípica, está inspirado y sustentado por todos los círculos de mujeres que han existido, y él a su vez hace un aporte al campo de energía arquetípica que facilitará el camino al círculo siguiente.
Un círculo digno de confianza tiene un centro espiritual, un respeto hacia los límites y una poderosa capacidad de transformar a las mujeres que lo constituyen. Para que un círculo se mujeres sea un lugar seguro debe constituir un espacio uterino capaz de acoger nuevas posibilidades, donde la mujer y su sueño encuentren apoyo cuando éste no sea todavía más que un esbozo sin definir, cuando la psique de la mujer esté preñada con una idea de lo que podría llegar a hacer o ser.

Un círculo de mujeres es un espejo multifacético en el que cada mujer se ve a sí misma reflejada… el círculo es un ritual sagrado, es un encuentro de mujeres implicadas en una manifestación artística capaz de cambiarnos a nosotras mismas y al Mundo…
– Jean Shinoda Bolen. «El Millonésimo Círculo»

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