La vieja, la Mujer Salvaje, es
La voz mitológica que conoce el pasado,conserva nuestra antigua historia y nos la transmite en los cuentos.
A veces la soñamos como una hermosa voz incorpórea.
Como la doncella-hechicera, nos muestra lo que significa no estar
marchita sino arrugada. Los niños nacen instintivamente arrugados.
Saben en lo más hondo de sus huesos lo que está bien y lo que hay que
hacer al respecto. Se trata de algo innato. Si una mujer logra conservar el
regalo de ser vieja cuando es joven y de ser joven cuando es vieja, siempre
sabrá lo que tiene que esperar. Pero, si lo ha perdido, lo puede recuperar
mediante un decidido esfuerzo psíquico.
La Loba, la Vieja del desierto, es una buscadora de huesos
En la simbología arquetípica, los huesos representan la fuerza indestructible.
No se prestan a la destrucción. Por su estructura, cuesta quemarlos y resulta
casi imposible pulverizarlos. En el mito y en el cuento representan el
espíritu del alma indestructible. Sabemos que el espíritu del alma se puede
lastimar e incluso mutilar, pero es casi imposible matarlo.
El alma se puede abollar y doblar. Se la puede herir y dañar.
Se pueden dejar en ella las señales de una enfermedad y las señales
de las quemaduras del temor. Pero no muere porque está protegida por La Loba
en el mundo subterráneo. Es a un tiempo la descubridora y la incubadora de los huesos.
Los huesos pesan lo bastante como para que se pueda hacer daño
con ellos, son lo bastante afilados como para cortar la carne y, cuando son
viejos y se los pellizca, tintinean como el cristal. Los huesos de los vivos
están vivos, son capaces de crear por sí mismos y se renuevan
constantemente. Un hueso vivo tiene una "piel" curiosamente suave y, al
parecer, tiene cierta capacidad de regenerarse. E, incluso cuando es un
hueso seco, se convierte en el hogar de minúsculas criaturas. Los huesos
de lobo de esta historia representan el aspecto indestructible del Yo
salvaje, la naturaleza instintiva, la criatura entregada a la libertad y lo
intacto, es decir, aquello que jamás podrá aceptar los rigores y las
exigencias de una cultura muerta o excesivamente civilizadora.
Las metáforas de esta historia tipifican todo el proceso de
conducción de una mujer hasta la totalidad de sus sentidos salvajes
instintivos. En nuestro interior vive la vieja que recoge huesos. En nuestro
interior están los huesos del alma de este Yo salvaje. Y en nuestro interior
tenemos la capacidad de volver a configurarnos como las criaturas salvajes
que antaño fuimos y tenemos los huesos que nos pueden cambiar
y pueden cambiar nuestro mundo,
y tenemos el aliento, nuestras verdades
y nuestros anhelos; juntos constituyen el canto,
el himno de la creación que siempre hemos ansiado entonar.
-Clarissa Pínkola-
"Mujeres que corren con los lobos"
compartido por; La loba Solitaria
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