El calor de una mujer no es un estado de excitación sexual
sino un estado de intensa consciencia sensorial
que incluye, pero no se limita a,
su sexualidad.
Lo sagrado y lo sensual
habitan muy cerca el uno del otro dentro del psique,
pues ambos son traídos a la atención mediante un sentido de asombro,
no intelectualizando sino experimentando algo a través
de las vías físicas del cuerpo,
algo que momentánea o eternamente
—ya sea un beso, una visión, una carcajada o lo que sea—
nos cambia, nos sacude, nos lleva a la cima, alisa nuestras líneas,
nos da un paso de baile, un silbido,
una verdadera explosión de vida.
Cuando la risa ayuda sin causar daño, cuando la risa aligera, vuelve a alinear,
vuelve a ordenar, reafirma el poder y la fuerza, ésta es la risa que genera salud.
Cuando la risa hace a las personas sentirse felices por estar vivas,
contentas de estar aquí, más conscientes del amor, intensificadas en el eros,
cuando les quita la tristeza y las arranca del enojo, eso es sagrado.
Cuando las vuelve más grandes, mejores, más generosas, más sensibles, eso es sagrado.
